Aguacero de la Memoria – Jorge Guerrero
Según aquél nubarrón
y ese brisote en las matas,
va caer un aguacerón,
eso sí, una mandilata,
de las que sin compasión,
enchumban sombrero y manta.
y ese brisote en las matas,
va caer un aguacerón,
eso sí, una mandilata,
de las que sin compasión,
enchumban sombrero y manta.
Eso me hace recordar
mi Elorza y mi costa Arauca,
donde aprendí a acumular
valores desde la infancia,
esa humilde sencillez
que llevo como una marca,
que me la impuso talvez
su criollo ambiente y mi crianza
Aprendí a arrendá un potrón
con pasillano en las patas,
a hacer el nudo a un arción
que no pegue en la batata,
y como me crié en las lides,
con las reses cachilapas,
alguna que se descuide
le pongo un rejo e corbata
Fué por allá en Lechemiel
en bailes de esa comarca,
donde cultivé el quehacer
de relancino en un arpa,
tramoliándole a un querer
con una copla sensata,
aprendí que a una mujer
ni jugando se maltrata.
Trueno de sordo tañío
que retumba en la distancia,
contigo me voy tendío
a los sitios de la casa,
allá está el ombligo mío,
enterrao bajo unas guafas
Trueno de sordo tañío
que retumba en la distancia,
contigo me voy tendío
a los sitios de la casa,
allá está el ombligo mío,
enterrao bajo unas guafas
Allá me formé versao
en la pesca y en la caza,
anzueliá un bagre rallao
y a velá picure y lapas,
aprendí a mata ganao
y a picá un cuero de ñapa,
después de haberlo estirao
con cuarenta y tres estacas.
El patio vivía atestato
de aves de distintas razas,
gallina y pato burriao,
guineos y hasta guacharacas,
tampoco se me ha olvidao
que había una tigana mansa,
que tenía un nido embarrao
en la horqueta un pata e vaca.